viernes, 25 de marzo de 2011

Se enfrió la relación


El viejo conserje español veía cómo una pareja discutía airadamente en la puerta del edificio. María Eugenia le reclamaba su actitud indiferente, su escasez de detalles y su falta de pasión; trataba de hacerle entender que la relación se había enfriado definitivamente. David, la sujetaba fuertemente por las manos, mientras le respondía que era ella la distante, con sus excesivos horarios de trabajo, su sueño destructor de intimidad y sus celos infundados,. Sí, tenía razón: la relación se había enfriado definitivamente.

La mujer no aguantó más y le gritó al conserje que detuviera un taxi. El conserje corrió a la acera y lo hizo. Ella abandonó la entrada del edificio y él la siguió suplicando bajo el presagio de la ruptura. En ese preciso instante María Eugenia, David y el viejo conserje español no pudieron evitar ver un espectáculo único, no sólo por su naturaleza, sino por el momento y el lugar en el que se presentó.

Desde el final de la calle se acercaban dos heladeros, cada uno con su carrito. Él hombre con su Tío Rico, la mujer con su Efe, jugaban a chocarse mientras reían y se decían cosas ininteligibles, pero olorosas a primerizo amor. Entre choque y choque, los alegres heladeros rozaban sus manos, sus cachetes y sus caderas. Pero justo cuando pasaban frente a la pareja, el taxista y el conserje, los amantes soltaron sus carritos, se entrelazaron con fuerza y comenzaron a besarse apasionadamente, con el deseo propio del preludio de una sudorosa relación sexual. No pararon los besos, y las caricias se hicieron cada vez más profundas y eternas para los heladeros, la pareja, el taxista y el conserje.

La mujer abordó el taxi y se fue para siempre. El hombre se devolvió al edificio y comenzó de nuevo. Ambos entendieron que la relación se había enfriado definitivamente. El conserje corrió a buscar a su Lolita. Esa noche le hizo el amor.

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