domingo, 30 de abril de 2017

SEX ROOM




Habitación de hotel. La iluminación colorida que rebota contra los espejos que rodean el espacio sugiere sensualidad. Puerta de baño al fondo y televisor en la cornisa. En el centro, un enorme velo cubre lo que suponemos es la cama.

Arturo y Sara entran emocionados. Son una pareja de mediana edad y de aspecto bonachón. El hombre clava su mirada deseosa en la cama; la mujer se pasea por los otros detalles de la habitación.

ARTURO:         ¡La sex room! ¿Qué te parece?

SARA:         ¡Es increíble! ¿Cuántos años teníamos que no íbamos a un hotel? ¿Desde que nos casamos?

Sara se percata de la excitación Arturo, quien sigue mirando la cama.

SARA:              (juguetona) ¿Y por qué tanta intriga con esa cama?

Sara, notablemente excitada, lo asalta, besándolo con pasión. Lo empuja pícaramente hacia la cama. Arturo se resiste con sensualidad.

SARA:              ¡Vamos a darle el uso que merece de una vez, mi tigre enjaulado!

ARTURO:         ¡Ya va! Con calma, que tenemos toda la noche para disfrutar.

SARA:              Entonces, voy al baño a ponerme más… cómoda.

ARTURO:         ¡Que comience el juego!

Sara se tongonea provocativamente de camino al baño y Arturo se frota las manos con fruición.

Apenas la mujer cierra la puerta, Arturo retira el velo que cubre el lecho. Es una enorme cama de madera en forma de camioneta Hummer con todos sus detalles; algunos tallados, algunos pintados. Su apariencia es casi infantil. El hombre la rodea, fascinado por su apariencia.

SARA:              Papi…¿Y el jacuzzi? No lo vi afuera.

ARTURO:         Tranquila, mami. Aquí no necesitamos jacuzzi.

Arturo se desviste hasta quedar en interiores. Son blancos, holgados y de modelo clásico.

SARA:              Bueno, pero era lo que habíamos cuadrado, ¿no? Jacuzzi, tubo, potro y esas cosas.

ARTURO:         En la página web había algo más… rústico...

SARA:              ¿Algo más rustico? ¿En nuestro aniversario?

De un salto, Arturo se monta en la cama y asume la posición del conductor, tomando un volante imaginario. Finge colocar la llave y encender el vehículo. Con su boca produce los rugidos del poderoso motor que se acelera una y otra vez.

ARTURO:         Vamos a tener una noche 4x4.

SARA:              (excitada) ¿Así? A ver, ¿cuántos caballos de fuerza tiene esa máquina?  

Arturo cholea su carro imaginario.

ARTURO:         Cinco cilindros en línea, doble árbol de leva en culata, distribución variable. ¡128 caballos de fuerza a 5.600 revoluciones por minutos!

SARA:              ¡Qué riiicooo! Tenías tanto tiempo que no te ponías así salvaje.

ARTURO:         ¡Vente que ya calentó!

SARA:              ¿Ya calentó? ¡Upa cachete! ¡Agárrate, Arturo, que voy con todo!

Sara abre la puerta del baño y asume una posición sexi. Lleva un sugestivo baby doll, liguero, tacones altos y un cintillo con cachos de diablita. Arturo ni se inmuta; sigue acelerando su carro imaginario. La mujer se percata de la situación y sigilosamente se acerca al hombre.

ARTURO:         ¡Ven móntate!

Sara sonríe con picardía. En pocos pasos se sienta sobre las piernas de Arturo, quien se altera.

ARTURO:         ¡Pero, chica, ¿qué estás haciendo?! Que nos va a ver.

SARA:              (asustada abraza a Arturo) ¡¿Qué?! ¡¿Nos va a ver?! (mira en todas direcciones) ¡¿Quién nos va a ver?!       

ARTURO:         (señalando al frente) ¡El fiscal!

SARA:              ¿El fiscal? ¿Cuál fiscal?

Arturo baja a Sara de sus piernas de un empujón, haciendo que la mujer se siente a su lado, asumiendo la posición de copiloto. Todo sin dejar de mirar acusadoramente al supuesto fiscal.

ARTURO:         Ponte el cinturón. (finge ajustarle el cinturón a Sara) Esos coños de madre siempre andan buscando a quien matraquear.

El carro imaginario vuelve a arrancar. Ronca con su boca.

SARA:              Arturo… ¿Qué haces?

ARTURO:         Vamos a la Gran Sabana.

SARA:              ¡¿Cómo es la cosa?! Ahhh, sí, sí, sí. Ya entiendo. (asume actitud erótica) Es un jueguito, ¿verdad? Así, como para que parezca una aventura salvaje. Un aniversario temático.

Sara intenta acercarse a Arturo, pero este la detiene con un fuerte gesto de mano.

ARTURO:         ¡El cinturón, Sara!

Sensualmente, Sara finge que se quita el cinturón y se acerca a Arturo continuando su juego de seducción.

SARA:              Mi vida, curucuchito, mi amorcito bello… La Gran Sabana queda muy lejos. ¿Por que no vamos a un lugar que esté más cerca? (acaricia el colchón) Como, por ejemplo,…  una cama….

Arturo frena el vehículo. Los cauchos chirrían.

ARTURO:         Tienes razón.

Sara se desliza sobre el colchón y se acuesta con las piernas abiertas. Arturo reflexiona.

ARTURO:         Vamos a Todasana, que está más cerca.

Arturo arranca el vehículo imitando el sonido del motor con su boca y fingiendo hacer los cambios en la palanca de velocidades.

SARA:              ¿Qué es eso que haces con la boca, Arturo? Ese ruido…

ARTURO:         Este motor es potente, ¿no?

SARA:              Papi, me estás poniendo nerviosa. No me vayas a echar esa vaina de volverte loco esta noche. ¡Coño, es nuestra noche, vale!

Arturo corcovea su cuerpo.

SARA:              (nerviosa) ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Te sientes mal?!

ARTURO:         Esta vía tiene muchos policías acostados. ¡Ponte el cinturón, por favor!

SARA:              ¿Tú estás jugando, verdad? ¿Me estás vacilando? Arturo José, no es el momento de chalequeo. Tengo años tratando de que tengamos una noche… caliente.

ARTURO:         ¡Aquí en Vargas si hace calor, nojoda! (estira el brazo hacia la mujer) Pásame una cerveza, ahí, hazme el favor. Están en la cava.  

SARA:              ¿Qué es lo te pasa? ¿Es que ya no te gusto? ¿Nos mató la rutina? Porque si la cosa es así…

ARTURO:         ¡Pásame la cerveza, por amor de Dios!

SARA:              ¿Y si nos agarra el fiscal? (se percata de lo dicho) ¡Coño, ya me estás volviendo loca! ¡¿Ves las cosas que me haces decir?!

Sara trata de recuperar la calma y quitar las manos de Arturo del volante ficticio.

SARA:              Arturo… escúchame…

Con un rápido movimiento, Arturo hace que toma la cerveza de las manos de Sara.

ARTURO:         Gracias, mi cielo.

Finge destapar la lata, imitando el sonido con la boca. Sorbe con placer.

ARTURO:         ¡Está como culo de esquimal!   

SARA:              No sé a dónde pretendes llegar con esto, pero…

ARTURO:         (interrumpe) ¡A Todasana, mi cielo! Y no es esto, es una Hummer.

Arturo sorbe un largo trago de su supuesta  cerveza. Estruja la lata (finge con su boca el sonido del metal arrugándose) y la lanza por la ventana.

SARA:              (alarmada) ¡No lances la lata por la ventana! ¡¿No ves que ensucias la…?! (se percata de lo dicho y se calma). No, nada. No me hagas caso.

Arturo saca la cabeza fuera de la cama.

ARTURO:         Me encanta sentir la brisa en mi rostro.

Sara lo observa con hastío.

SARA:              Arturo, nosotros nunca habíamos tenido oportunidad de ir a un hotel como este, mira…

ARTURO:         (interrumpe) Tampoco habíamos tenido una Hummer.

SARA:              (perdiendo el control) ¡Coño, esto no es una Hummer!

Arturo se queda estupefacto ante las palabras de su esposa.

ARTURO:         (lamentándose, para sí mismo) ¡Coño! ¡Se jodió todo!

La mujer queda paralizada ante las palabras de su esposo. Se acerca y lo abraza cariñosamente.

SARA:              No digas eso, papi. Aquí estoy. Es que ese jueguito no me…

ARTURO:         (mirando al frente, buscando a lo lejos) Tremenda cola, vale. Tú y tu gran idea de venir a La Guaira. ¿A quién se le ocurre ir un viernes a La Guaira? (grita a través de la ventana; imita el sonido de la corneta) ¡Muévete, que mi esposa quiere agarrar sol en Todasana!

SARA:              Arturo, creo que tenemos que hablar. Pero, en serio.

ARTURO:         Está bien. Vamos a echar gasolina aquí y hacemos tiempo para que baje la cola.         

Arturo gira con fuerza el volante e inclina su cuerpo simulando una curva cerrada. Frena el carro.

ARTURO:         95, por favor.

SARA:              ¿95, qué?

ARTURO:         ¡Qué le pongas de 95! ¿O crees que le vamos a echar 91 a esta joya? No, que va. A esta belleza le doy lo mejor.

Sara toma la cabeza de Arturo obligándolo a verla. 

SARA:              ¿Y a mí? ¿Ah? Yo que me joda. ¿No ves que estoy loca porque estemos juntos? Como antes, Arturo. Como cuando comenzamos a salir y te ponías como un loco en el asiento de atrás del carro. Como cuando…

ARTURO:         (interrumpe) No teníamos esta tapicería.

SARA:              ¿Qué tengo que hacer para que dejes esta tontería? ¿Ah? Ya estoy cansada.
ARTURO:         Échale de 95 y límpiale el parabrisas, por favor.

Sara se baja de la cama y finge que coloca gasolina al carro. Arturo disfruta el momento.

SARA:              (sosteniendo la manguera imaginaria) Entonces, esta noche no vamos a hacer el amor.

ARTURO:         ¡Claro que sí! Y lo vamos a hacer como nunca.

Emocionada, Sara termina de echar gasolina. Sacude la manguera ficticia y la coloca en la máquina dispensadora. Se monta en la cama de un salto.

SARA:              ¡¿De verdad, papi?! ¿Lo vamos a hacer rico?

ARTURO:         Sí, apenas lleguemos a Todasana. Ponte el cinturón.

Fastidiada, Sara regresa al puesto de copiloto y cruza los brazos. Arturo arranca el carro haciendo fuertes sonidos con la boca. Maneja feliz.

De pronto, la mujer se le abalanza.

SARA:              ¿Tú sabes cómo es la vaina, Arturo José Martínez? Que tú me vas hacer el amor esta noche porque sí, porque soy tu mujer, porque estamos de aniversario, porque tengo años que no sé lo que es un orgasmo contigo, porque esta habitación debe habernos costado una fortuna que no tenemos, porque… (se paraliza, piensa, su mirada se pierde en la lejanía)… Párate…

ARTURO:         ¿Cómo?

SARA               Párate…

ARTURO:         ¿Para qué? Se no vas a hacer de noche en la carre…

SARA:              (interrumpe) ¡Qué te pares, nojoda!

Haciendo giros en su irreal volante, Arturo finge que se orilla y frena con fuerza. Sara se baja de la cama y se coloca al frente. Arturo la observa expectante.

SARA:              Porque si tú me haces el amor como una bestia esta noche… ¡me tendrás que matar! ¿Me oíste, Arturito? ¡Matar! ¡Atropéllame, pues! ¡Amáchate! ¡Pásame por arriba!

Con rostro, amenazante, Arturo intensifica los bramidos del motor que imita con su boca.  

ARTURO:         No me retes, Sara…

Sara se lanza al suelo, justo al frente de la cama y cierra los ojos.
SARA:              ¡Písame, pues! ¡Aplástame con tu Hummer si eres tan arrecho!

Arturo la observa fijamente por un rato. Suspira con resignación y simula apagar el carro. Disimuladamente, Sara abre uno de sus ojos y observa a Arturo que lentamente se baja de la cama.

El hombre se acerca a su esposa poco a poco y la levanta con delicadeza. La lleva hasta la cama y la acuesta boca arriba con sensualidad. Se tumba sobre ella en posición de misionero. Comienza a besarla en el cuello suavemente.

ARTURO:         (al oído, serenamente) ¿Te costaba mucho seguirme el juego un rato?

SARA:              Arturo…

ARTURO:         No fue mi intención arruinarte la noche. Sé que estuvo mal. Lo siento.

SARA:              Pero, no arruinaste la…

ARTURO:         Solo que vi esta habitación en la página y… bueno… me pareció divertido… Me dejé llevar…

Arturo acaricia con placer a Sara, quien luce confundida.

SARA:              Bueno, pero me hubieses dicho, yo hubiese…

ARTURO:         ¿Hubieses jugado conmigo?

SARA:              ¡Dale! ¡Vamos a jugar!

ARTURO:         No, ya no quiero. Estamos de aniversario…

Sara se levanta de un brinco.  

SARA:              ¡Anda, Arturo! (juguetona) ¡Pero, solo un ratico.

ARTURO:         ¿Me perdonas?

SARA:              Con una condición.

Arturo la mira expectante.

SARA:              Sí me dejas manejar.

Arturo, titubeante le entrega las llaves imaginarias a Sara. La mujer se ubica en el puesto de piloto.  Golpea el lado del copiloto.

SARA:              ¡Véngase mi copiloto!

Emocionado, el hombre ocupa el puesto de copiloto. Sara enciende el carro, reproduciendo los sonidos del motor con la boca.

SARA:              El cinturón…

Arturo se lo coloca; Sara le sigue. Arranca el carro. Ambos sonríen contemplando el paisaje que suponen van transitando. La mujer manipula un ficticio radio reproductor.

SARA               (canta) “Íbamos los dos, a la amanecer, oscurecía y no podía ver…”

ARTURO:         No, esa es muy pavosa. Déjame a mí.

Arturo empuja la mano de la mujer y comienza a manipular el radio reproductor.

ARTURO:         (canta) “One love, one heart, let´s get together and feel all right…”

SARA:              ¡Esa! ¡Playera! (grita) ¡Allá vamos Todasana! Pásame un cerveza, están en la cava.

Arturo sigue cantando mientras le pasa la cerveza a Sara. Esta la destapa haciendo el sonido con la boca. La toma de un sorbo, la estruja y la lanza a la parte trasera del vehículo imaginario. Ambos siguen cantando.

De pronto, Sara pasa del goce a la preocupación. Arturo apaga el radio. Sara cholea el carro con fuerza.

ARTURO:         ¿Qué pasa?

SARA:              Nos quedamos pegados (cholea).

ARTURO:         ¿Cómo que nos quedamos pegados?

SARA:              (nerviosa) En el barro, Arturo. Esta mierda de carretera esta empantanada.

ARTURO:         Pero, esta es una Hummer, no es posible…

SARA:              (interrumpe) ¡Mira! (Sara cholea cada vez con más fuerza). Nada. Ni se mueve.

ARTURO:         ¡Qué cagada!
SARA:              (angustiada) ¡Arturo, no podemos quedarnos varados en la carretera de noche! ¡Es muy peligroso, chico! ¿Tú no has escuchado los cuentos de por aquí? Aquí roban, golpean, violan, matan, descuartizan y trituran a la gente. En ese orden.

ARTURO:         ¡Voy a empujar!

Arturo se baja. Finge que se embarra los pies. Se coloca en la parte de atrás de la cama.

ARTURO:         Cuando te diga, acelera.

El hombre toma aire y hace que empuja el carro.

ARTURO:         ¡Ahora!

Sara acelera el carro a fondo.

SARA:              (en el paroxismo de los nervios, Sara mira en todas las direcciones) ¡Coño, Arturo! ¿Qué hacemos? Ya los malandros deben haberse dado cuenta que estamos aquí y vienen en camino. ¡Nos van a matar! ¡En nuestro aniversario!

ARTURO:         (nervioso) ¡Vamos a escondernos en el monte!

Sara se baja de la cama y junto a Arturo se agachan en la parte trasera de la cama.

SARA:              ¡No! Esos hijos de puta van a desvalijarnos el carro. ¡Nuestro carro!

ARTURO:         (angustiado) ¡¿Y entonces?!

SARA:              ¡Busca ayuda! ¡Corre hasta el pueblo y busca ayuda!

Arturo a abraza a Sara.

ARTURO:         No, te dejaré sola. ¡Te amo, Sara!

Sara comienza a empujar a Arturo hacia la puerta. El hombre se muestra confundido.

SARA:              Y yo a ti, Arturo. Pero, debes salvarnos.

ARTURO:         Pero,… Sara… no hace falta que…

SARA:              (interrumpe, alarmada) No pierdas el tiempo que necesitamos para salvarnos ¡Corre lo más duro que puedas al pueblo y trae a la policía!

ARTURO:         (confundido) Mi vida,… ¿qué haces?... Debe haber otra alternativa.

Sara sigue empujando a Arturo.

SARA:              ¡No hay otra alternativa! ¡Ni sueñen que nos vamos a dejar quitar nuestra Hummer, Arturo! Este es un símbolo de nuestro amor. Es por lo que hemos trabajado toda una vida. ¡Ve! ¡Corre, Arturo! ¡Corre! Yo estaré aquí…

A empujones, Sara saca a un desconcertado Arturo de la habitación. Cierra la puerta con fuerza y se apoya en ella.

SARA:              (para sí misma) Yo estaré aquí…. ¡Durmiendo!

Sara apaga la luz de la habitación.

Black out.



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