Habitación
de hotel. La iluminación colorida que rebota contra los espejos que rodean el
espacio sugiere sensualidad. Puerta de baño al fondo y televisor en la cornisa.
En el centro, un enorme velo cubre lo que suponemos es la cama.
Arturo y Sara
entran emocionados. Son una pareja de mediana edad y de aspecto bonachón. El
hombre clava su mirada deseosa en la cama; la mujer se pasea por los otros detalles
de la habitación.
ARTURO: ¡La
sex room! ¿Qué te parece?
SARA: ¡Es increíble! ¿Cuántos años
teníamos que no íbamos a un hotel? ¿Desde que nos casamos?
Sara se percata de la excitación Arturo, quien
sigue mirando la cama.
SARA: (juguetona) ¿Y por qué tanta intriga con esa cama?
Sara,
notablemente excitada, lo asalta, besándolo con pasión. Lo empuja pícaramente hacia
la cama. Arturo se resiste con sensualidad.
SARA: ¡Vamos
a darle el uso que merece de una vez, mi tigre enjaulado!
ARTURO: ¡Ya
va! Con calma, que tenemos toda la noche para disfrutar.
SARA: Entonces, voy al baño a ponerme
más… cómoda.
ARTURO: ¡Que comience el juego!
Sara se tongonea provocativamente de camino al baño
y Arturo se frota las manos con fruición.
Apenas la mujer cierra la puerta, Arturo retira el
velo que cubre el lecho. Es una enorme cama de madera en forma de camioneta Hummer
con todos sus detalles; algunos tallados, algunos pintados. Su apariencia es
casi infantil. El hombre la rodea, fascinado por su apariencia.
SARA: Papi…¿Y el jacuzzi? No lo vi
afuera.
ARTURO: Tranquila, mami. Aquí no necesitamos
jacuzzi.
Arturo se desviste hasta quedar en interiores. Son
blancos, holgados y de modelo clásico.
SARA: Bueno,
pero era lo que habíamos cuadrado, ¿no? Jacuzzi, tubo, potro y esas cosas.
ARTURO: En
la página web había algo más… rústico...
SARA: ¿Algo
más rustico? ¿En nuestro aniversario?
De un salto, Arturo se monta en la cama y asume la
posición del conductor, tomando un volante imaginario. Finge colocar la llave y
encender el vehículo. Con su boca produce los rugidos del poderoso motor que se
acelera una y otra vez.
ARTURO: Vamos
a tener una noche 4x4.
SARA: (excitada) ¿Así? A ver, ¿cuántos caballos
de fuerza tiene esa máquina?
Arturo cholea su carro imaginario.
ARTURO: Cinco
cilindros en línea, doble árbol de leva en culata, distribución variable. ¡128
caballos de fuerza a 5.600 revoluciones por minutos!
SARA: ¡Qué
riiicooo! Tenías tanto tiempo que no te ponías así salvaje.
ARTURO: ¡Vente que ya calentó!
SARA: ¿Ya
calentó? ¡Upa cachete! ¡Agárrate, Arturo, que voy con todo!
Sara abre la puerta del baño y asume una posición sexi.
Lleva un sugestivo baby doll, liguero, tacones altos y un cintillo con cachos de
diablita. Arturo ni se inmuta; sigue acelerando su carro imaginario. La mujer
se percata de la situación y sigilosamente se acerca al hombre.
ARTURO: ¡Ven móntate!
Sara sonríe con picardía. En pocos pasos se sienta
sobre las piernas de Arturo, quien se altera.
ARTURO: ¡Pero, chica, ¿qué estás haciendo?! Que
nos va a ver.
SARA: (asustada abraza a Arturo) ¡¿Qué?! ¡¿Nos
va a ver?! (mira en todas direcciones)
¡¿Quién nos va a ver?!
ARTURO: (señalando al frente) ¡El fiscal!
SARA: ¿El
fiscal? ¿Cuál fiscal?
Arturo baja a Sara de sus piernas de un empujón,
haciendo que la mujer se siente a su lado, asumiendo la posición de copiloto.
Todo sin dejar de mirar acusadoramente al supuesto fiscal.
ARTURO: Ponte
el cinturón. (finge ajustarle el cinturón
a Sara) Esos coños de madre siempre andan buscando a quien matraquear.
El carro
imaginario vuelve a arrancar. Ronca con su boca.
SARA: Arturo…
¿Qué haces?
ARTURO: Vamos
a la Gran Sabana.
SARA: ¡¿Cómo
es la cosa?! Ahhh, sí, sí, sí. Ya entiendo. (asume actitud erótica) Es un jueguito, ¿verdad? Así, como para que
parezca una aventura salvaje. Un aniversario temático.
Sara
intenta acercarse a Arturo, pero este la detiene con un fuerte gesto de mano.
ARTURO: ¡El
cinturón, Sara!
Sensualmente, Sara finge que se quita el cinturón y
se acerca a Arturo continuando su juego de seducción.
SARA: Mi
vida, curucuchito, mi amorcito bello… La Gran Sabana queda muy lejos. ¿Por que
no vamos a un lugar que esté más cerca? (acaricia
el colchón) Como, por ejemplo,… una
cama….
Arturo
frena el vehículo. Los cauchos chirrían.
ARTURO: Tienes razón.
Sara se desliza sobre el colchón y se acuesta con
las piernas abiertas. Arturo reflexiona.
ARTURO: Vamos a Todasana, que está más cerca.
Arturo arranca el vehículo imitando el sonido del
motor con su boca y fingiendo hacer los cambios en la palanca de velocidades.
SARA: ¿Qué es eso que haces con la boca,
Arturo? Ese ruido…
ARTURO: Este
motor es potente, ¿no?
SARA: Papi,
me estás poniendo nerviosa. No me vayas a echar esa vaina de volverte loco esta
noche. ¡Coño, es nuestra noche, vale!
Arturo
corcovea su cuerpo.
SARA: (nerviosa) ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Te sientes
mal?!
ARTURO: Esta
vía tiene muchos policías acostados. ¡Ponte el cinturón, por favor!
SARA: ¿Tú
estás jugando, verdad? ¿Me estás vacilando? Arturo José, no es el momento de
chalequeo. Tengo años tratando de que tengamos una noche… caliente.
ARTURO: ¡Aquí
en Vargas si hace calor, nojoda! (estira el brazo hacia la mujer) Pásame una
cerveza, ahí, hazme el favor. Están en la cava.
SARA:
¿Qué es lo te pasa? ¿Es que ya no te gusto? ¿Nos mató la rutina? Porque si la
cosa es así…
ARTURO: ¡Pásame
la cerveza, por amor de Dios!
SARA: ¿Y
si nos agarra el fiscal? (se percata de
lo dicho) ¡Coño, ya me estás volviendo loca! ¡¿Ves las cosas que me haces
decir?!
Sara trata
de recuperar la calma y quitar las manos de Arturo del volante ficticio.
SARA: Arturo…
escúchame…
Con un
rápido movimiento, Arturo hace que toma la cerveza de las manos de Sara.
ARTURO: Gracias,
mi cielo.
Finge destapar
la lata, imitando el sonido con la boca. Sorbe con placer.
ARTURO: ¡Está
como culo de esquimal!
SARA: No
sé a dónde pretendes llegar con esto, pero…
ARTURO: (interrumpe) ¡A Todasana, mi cielo! Y no
es esto, es una Hummer.
Arturo sorbe un largo trago de su supuesta cerveza. Estruja la lata (finge con su boca el
sonido del metal arrugándose) y la lanza por la ventana.
SARA: (alarmada) ¡No lances la lata por la
ventana! ¡¿No ves que ensucias la…?! (se
percata de lo dicho y se calma). No, nada. No me hagas caso.
Arturo
saca la cabeza fuera de la cama.
ARTURO: Me
encanta sentir la brisa en mi rostro.
Sara lo
observa con hastío.
SARA: Arturo,
nosotros nunca habíamos tenido oportunidad de ir a un hotel como este, mira…
ARTURO: (interrumpe) Tampoco habíamos tenido una Hummer.
SARA: (perdiendo el control) ¡Coño, esto no es
una Hummer!
Arturo se
queda estupefacto ante las palabras de su esposa.
ARTURO: (lamentándose, para sí mismo) ¡Coño! ¡Se
jodió todo!
La mujer queda paralizada ante las palabras de su
esposo. Se acerca y lo abraza cariñosamente.
SARA: No
digas eso, papi. Aquí estoy. Es que ese jueguito no me…
ARTURO: (mirando al frente, buscando a lo lejos)
Tremenda cola, vale. Tú y tu gran idea de venir a La Guaira. ¿A quién se le
ocurre ir un viernes a La Guaira? (grita
a través de la ventana; imita el sonido de la corneta) ¡Muévete, que mi
esposa quiere agarrar sol en Todasana!
SARA: Arturo,
creo que tenemos que hablar. Pero, en serio.
ARTURO: Está
bien. Vamos a echar gasolina aquí y hacemos tiempo para que baje la cola.
Arturo gira con fuerza el volante e inclina su cuerpo
simulando una curva cerrada. Frena el carro.
ARTURO: 95, por favor.
SARA: ¿95, qué?
ARTURO:
¡Qué le pongas de 95! ¿O crees que le vamos a echar 91 a esta joya? No, que va.
A esta belleza le doy lo mejor.
Sara toma
la cabeza de Arturo obligándolo a verla.
SARA: ¿Y
a mí? ¿Ah? Yo que me joda. ¿No ves que estoy loca porque estemos juntos? Como
antes, Arturo. Como cuando comenzamos a salir y te ponías como un loco en el
asiento de atrás del carro. Como cuando…
ARTURO: (interrumpe) No teníamos esta tapicería.
SARA: ¿Qué
tengo que hacer para que dejes esta tontería? ¿Ah? Ya estoy cansada.
ARTURO: Échale
de 95 y límpiale el parabrisas, por favor.
Sara se baja de la cama y finge que coloca gasolina
al carro. Arturo disfruta el momento.
SARA:
(sosteniendo la manguera imaginaria)
Entonces, esta noche no vamos a hacer el amor.
ARTURO: ¡Claro
que sí! Y lo vamos a hacer como nunca.
Emocionada, Sara termina de echar gasolina. Sacude
la manguera ficticia y la coloca en la máquina dispensadora. Se monta en la
cama de un salto.
SARA: ¡¿De verdad, papi?! ¿Lo vamos a
hacer rico?
ARTURO: Sí, apenas lleguemos a Todasana. Ponte
el cinturón.
Fastidiada, Sara regresa al puesto de copiloto y
cruza los brazos. Arturo arranca el carro haciendo fuertes sonidos con la boca.
Maneja feliz.
De pronto, la mujer se le abalanza.
SARA: ¿Tú
sabes cómo es la vaina, Arturo José Martínez? Que tú me vas hacer el amor esta
noche porque sí, porque soy tu mujer, porque estamos de aniversario, porque
tengo años que no sé lo que es un orgasmo contigo, porque esta habitación debe
habernos costado una fortuna que no tenemos, porque… (se paraliza, piensa, su mirada se pierde en la lejanía)… Párate…
ARTURO: ¿Cómo?
SARA Párate…
ARTURO: ¿Para
qué? Se no vas a hacer de noche en la carre…
SARA: (interrumpe) ¡Qué te pares, nojoda!
Haciendo giros en su irreal volante, Arturo finge
que se orilla y frena con fuerza. Sara se baja de la cama y se coloca al frente.
Arturo la observa expectante.
SARA: Porque
si tú me haces el amor como una bestia esta noche… ¡me tendrás que matar! ¿Me
oíste, Arturito? ¡Matar! ¡Atropéllame, pues! ¡Amáchate! ¡Pásame por arriba!
Con rostro, amenazante, Arturo intensifica los
bramidos del motor que imita con su boca.
ARTURO: No me retes, Sara…
Sara se lanza al suelo, justo al frente de la cama
y cierra los ojos.
SARA: ¡Písame, pues! ¡Aplástame con tu Hummer si eres tan arrecho!
Arturo la observa fijamente por un rato. Suspira
con resignación y simula apagar el carro. Disimuladamente, Sara abre uno de sus
ojos y observa a Arturo que lentamente se baja de la cama.
El hombre se acerca a su esposa poco a poco y la
levanta con delicadeza. La lleva hasta la cama y la acuesta boca arriba con
sensualidad. Se tumba sobre ella en posición de misionero. Comienza a besarla
en el cuello suavemente.
ARTURO: (al
oído, serenamente) ¿Te costaba mucho seguirme el juego un rato?
SARA: Arturo…
ARTURO: No fue mi intención arruinarte la
noche. Sé que estuvo mal. Lo siento.
SARA: Pero, no arruinaste la…
ARTURO: Solo
que vi esta habitación en la página y… bueno… me pareció divertido… Me dejé
llevar…
Arturo
acaricia con placer a Sara, quien luce confundida.
SARA:
Bueno, pero me hubieses dicho, yo hubiese…
ARTURO: ¿Hubieses
jugado conmigo?
SARA: ¡Dale!
¡Vamos a jugar!
ARTURO: No,
ya no quiero. Estamos de aniversario…
Sara se
levanta de un brinco.
SARA: ¡Anda,
Arturo! (juguetona) ¡Pero, solo un ratico.
ARTURO: ¿Me
perdonas?
SARA: Con
una condición.
Arturo la
mira expectante.
SARA: Sí
me dejas manejar.
Arturo, titubeante le entrega las llaves
imaginarias a Sara. La mujer se ubica en el puesto de piloto. Golpea el lado del copiloto.
SARA: ¡Véngase mi copiloto!
Emocionado, el hombre ocupa el puesto de copiloto.
Sara enciende el carro, reproduciendo los sonidos del motor con la boca.
SARA: El cinturón…
Arturo se lo coloca; Sara le sigue. Arranca el
carro. Ambos sonríen contemplando el paisaje que suponen van transitando. La
mujer manipula un ficticio radio reproductor.
SARA (canta) “Íbamos los dos, a la
amanecer, oscurecía y no podía ver…”
ARTURO: No, esa es muy pavosa. Déjame a mí.
Arturo empuja la mano de la mujer y comienza a
manipular el radio reproductor.
ARTURO: (canta)
“One love, one heart, let´s get together
and feel all right…”
SARA: ¡Esa!
¡Playera! (grita) ¡Allá vamos
Todasana! Pásame un cerveza, están en la cava.
Arturo sigue cantando mientras le pasa la cerveza a
Sara. Esta la destapa haciendo el sonido con la boca. La toma de un sorbo, la
estruja y la lanza a la parte trasera del vehículo imaginario. Ambos siguen
cantando.
De pronto, Sara pasa del goce a la preocupación.
Arturo apaga el radio. Sara cholea el carro con fuerza.
ARTURO: ¿Qué pasa?
SARA: Nos
quedamos pegados (cholea).
ARTURO: ¿Cómo que nos quedamos pegados?
SARA: (nerviosa) En el barro, Arturo. Esta
mierda de carretera esta empantanada.
ARTURO: Pero,
esta es una Hummer, no es posible…
SARA: (interrumpe) ¡Mira! (Sara cholea cada vez con más fuerza). Nada. Ni se mueve.
ARTURO: ¡Qué
cagada!
SARA: (angustiada) ¡Arturo, no podemos
quedarnos varados en la carretera de noche! ¡Es muy peligroso, chico! ¿Tú no
has escuchado los cuentos de por aquí? Aquí roban, golpean, violan, matan,
descuartizan y trituran a la gente. En ese orden.
ARTURO: ¡Voy
a empujar!
Arturo se baja. Finge que se embarra los pies. Se
coloca en la parte de atrás de la cama.
ARTURO: Cuando te diga, acelera.
El hombre toma aire y hace que empuja el carro.
ARTURO: ¡Ahora!
Sara acelera el carro a fondo.
SARA:
(en el paroxismo de los nervios, Sara mira
en todas las direcciones) ¡Coño, Arturo! ¿Qué hacemos? Ya los malandros
deben haberse dado cuenta que estamos aquí y vienen en camino. ¡Nos van a
matar! ¡En nuestro aniversario!
ARTURO: (nervioso) ¡Vamos a escondernos en el
monte!
Sara se
baja de la cama y junto a Arturo se agachan en la parte trasera de la cama.
SARA: ¡No!
Esos hijos de puta van a desvalijarnos el carro. ¡Nuestro carro!
ARTURO: (angustiado) ¡¿Y entonces?!
SARA: ¡Busca
ayuda! ¡Corre hasta el pueblo y busca ayuda!
Arturo a
abraza a Sara.
ARTURO: No,
te dejaré sola. ¡Te amo, Sara!
Sara
comienza a empujar a Arturo hacia la puerta. El hombre se muestra confundido.
SARA: Y
yo a ti, Arturo. Pero, debes salvarnos.
ARTURO: Pero,…
Sara… no hace falta que…
SARA: (interrumpe, alarmada) No pierdas el
tiempo que necesitamos para salvarnos ¡Corre lo más duro que puedas al pueblo y
trae a la policía!
ARTURO: (confundido) Mi vida,… ¿qué haces?...
Debe haber otra alternativa.
Sara sigue
empujando a Arturo.
SARA: ¡No
hay otra alternativa! ¡Ni sueñen que nos vamos a dejar quitar nuestra Hummer, Arturo! Este es un símbolo de
nuestro amor. Es por lo que hemos trabajado toda una vida. ¡Ve! ¡Corre, Arturo!
¡Corre! Yo estaré aquí…
A empujones, Sara saca a un desconcertado Arturo de
la habitación. Cierra la puerta con fuerza y se apoya en ella.
SARA: (para sí misma) Yo estaré aquí….
¡Durmiendo!
Sara apaga
la luz de la habitación.
Black out.