Empuñando el cuchillo estaba decidido a acabar con su vida.
Sólo tenía que aguantar la respiración y cortar las venas de su muñeca
izquierda. Como
un miope, acercó el
cuchillo hasta el borde de sus ojos y, utilizando el índice y el pulgar como
una pinza, lentamente, rasgó la hoja cortante separándola del mango, como si
fuese de papel.
Luego, comenzó a
doblarla. Poco a poco hasta convertirla en un avioncito que puso a volar.
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