PERSONAJES
PATRÓN
SUPERVISOR
OBRERO
CUADRO I
Espacio completamente blanco. En el centro una mesa donde el OBRERO, con
un inmenso cuchillo, corta en partes iguales una especie de bloque de material
indeterminado. Los cortes mantienen el ritmo y son realizados con la misma fuerza
y precisión, simulando una máquina. A la derecha un escritorio, donde el PATRÓN
revisa informes de la gestión de su empresa. A la izquierda, de pie, el SUPERVISOR
observa el desempeño del OBRERO.
OBRERO: (Musita mientras corta) Cortar, cortar, cortar, cortar, cortar...
PATRÓN: ¿Todo en orden?
SUPERVISOR: Todo en orden.
PATRÓN: Mercadeo ha hecho su trabajo
a la perfección. El consumo se disparó. Ahora la producción tiene que hacer lo
mismo, para garantizar más ventas y más ingresos.
SUPERVISOR: Así podremos pagarle a
mercadeo, para que haga su trabajo a la perfección, el consumo siga en aumento
y una mayor producción garantice más ventas y más ingresos.
PATRÓN: Un ciclo económico perfecto.
SUPERVISOR: (Señalando al OBRERO) Perfecto. Pero... ¿Y él?
PATRÓN: Lo que hace...lo hace por
nuestro bien. (Al OBRERO) ¿Verdad?
OBRERO: (Musita sin dejar de cortar) Cortar...cortar...cortar...cortar...cortar...
SUPERVISOR: Parece calmo. Casi ni se
mueve.
PATRÓN: Poco afecto a una lucha más
salvaje por la vida.
SUPERVISOR: No mira a nadie. Nadie lo
mira a él.
PATRÓN: Ni siquiera cuenta consigo
mismo. Es sólo una cabeza de gallina.
El PATRÓN se levanta y se acerca al OBRERO, que no deja de cortar.
PATRÓN: Desde ahora, tendrás que
maximizar la producción en un mínimo de tiempo.
SUPERVISOR: No entiende.
PATRÓN: Mayor beneficio con menor
esfuerzo.
SUPERVISOR: No entiende.
PATRÓN: (Colérico) ¡Que vas a tener que cortar más vainas de esas que
antes! ¡Corta más rápido, carajo! ¡Sin descanso! ¡Dando lo mejor de ti!
EL OBRERO acelera el ritmo al que corta y musita en la misma medida en
que el PATRÓN se encoleriza.
SUPERVISOR: Sí entiende.
PATRÓN: (Colérico) ¡Se acabaron las idas al baño y la meadera
a cada rato! ¡Nada de tomar agua! ¡Desde ahora está prohibido hasta secarse el
sudor si eso afecta la producción! ¡Cortar, cortar y cortar! ¡De ocho a doce!
¡De una a cinco! ¿Hasta cuándo? ¡Hasta que me de la gana! Si no... ¡Te boto,
nojoda!
El OBRERO se detiene de golpe. Silencio expectante.
OBRERO: Por favor, no me bote. (Comienza a cortar de nuevo, a toda
velocidad).
PATRÓN: (Colérico) ¡Sí te botó!
OBRERO: (Sin dejar de cortar a toda velocidad) Por favor, no me boté.
PATRÓN: (Colérico) ¡Sí te botó!
EL OBRERO comete un error y se corta un dedo, el cual cae en la mesa.
Tenso silencio. A pesar del dolor, el OBRERO sigue cortando. Respira
agitadamente. Inmóviles, El PATRÓN y el SUPERVISOR miran el dedo fijamente.
SUPERVISOR: Pudo ser su dedo...
PATRÓN: O el tuyo...
SUPERVISOR: Se ve que le duele...
PATRÓN: A quien no...
SUPERVISOR: Y sigue trabajando.
PATRÓN: Pobrecito. Yo no podría.
SUPERVISOR: Lo hace por nuestro bien.
PATRÓN: Es un ser humano.
SUPERVISOR: Ni el mismo lo sabe.
PATRÓN: ¡Y pensar que lo hacemos
trabajar en ese estado!
El OBRERO se desploma. Ha muerto. El PATRÓN y el SUPERVISOR se acercan
para cerciorarse. Lo levantan y sacan de la escena. Regresan. EL SUPERVISOR
retira el dedo de la mesa utilizando pala y escobilla. Limpia utilizando
rociador y trapo. Salen y regresan nuevamente. Esta vez, con otro OBRERO, al
que acompañan a la mesa. Éste comienza a cortar a una velocidad regular. El
PATRÓN y el SUPERVISOR regresan a sus espacios originales.
PATRÓN: ¿Todo en orden?
SUPERVISOR: Todo en orden.
Telón.
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