miércoles, 21 de agosto de 2013

AL CARAJO LOS ENFERMOS: Arrechera social en un acto


PERSONAJES
DOCTOR
MUJER
HOMBRE

ESCENA 1
Suena la salsa brava. Luz roja en todo el escenario. Al fondo y en el centro destaca un estante repleto de frascos de diversos tamaños, que contienen órganos conservados en líquidos de colores.  Herramientas y manchas de sangre seca se encuentran dispersas por el escenario.  Al fondo a la derecha un afiche de mujer sexy. En algún lugar del espacio se encuentra, sentado sobre un bloque, el DOCTOR. Luce desaliñado y su bata está roída y manchada por el exceso de uso. Está limpiando herramientas y órganos en una ponchera con gasolina. Una MUJER entra en escena, con una bolsa de papel. Le habla a un HOMBRE que se encuentra fuera.

MUJER: ¡Ven!
HOMBRE ¡No!
MUJER: ¡Que te vengas, por amor de Dios!
HOMBRE: ¡Que no voy, que soy ateo!
MUJER: Hazlo por mí.

La MUJER sale de escena y regresa con el HOMBRE, a quien trae a la fuerza.

HOMBRE: Lo hago por ti.

Luz blanca. Fin de la salsa brava.

DOCTOR: ¿Problemas?
HOMBRE: Conyugales.
MUJER: Y de salud.
DOCTOR: Redundantes.
MUJER: Mi marido lleva más de quince días con un dolor cerca del estómago.
DOCTOR: ¿Y le hicieron alguna prueba?
HOMBRE: Para eso fuimos al hospital.
MUJER: No llegamos a los números. Solo dieron veinticinco y habían como doscientas personas.
HOMBRE: ¿Y por eso tenemos que venir para esta pocilga?
DOCTOR: Más respeto, caballero.
HOMBRE: Se ve hasta insalubre.
DOCTOR: Entonces, váyase a un Centro Médico Autorizado.
MUJER: No nos alcanza el dinero.
HOMBRE: Nos hubiésemos levantado más temprano.
MUJER: Y el seguro es impagable.
HOMBRE: Como los veinticinco que sí agarraron número.
MUJER: Aquí tengo una muestra de orina.

La MUJER saca de la bolsa de papel un frasco de un litro aproximadamente, completamente lleno de orine.

DOCTOR: ¿No le parece exagerado?
MUJER: Una prueba de orine se la hace cualquiera.
DOCTOR: Digo, la cantidad.
HOMBRE: Pero... si sólo me hice una sola prueba de orina.  
DOCTOR: Démela, voy a echarle un ojo.

El HOMBRE le arrebata el frasco a la MUJER antes de que logre entregarlo al DOCTOR.  La MUJER se recupera y forcejea con el HOMBRE por la posesión del frasco.

HOMBRE: ¿Por qué desconfías de la salud pública?
MUJER: ¿Y tú por qué de la privada?
HOMBRE: No has pasado la entrada de la clínica y ya te están cobran los honorarios médicos.
MUJER: Y ni siquiera logras pasar la entrada en un hospital, porque el seguridad sólo te deja ingresar si traes alojada una bala caliente en tu cuerpo y mucha sangre decorativa.
HOMBRE: Las clínicas son negocios.
MUJER: Y los hospital un panfleto.
DOCTOR: ¿Y yo?

Cesa el forcejeo abruptamente. Silencio.

DOCTOR: ¿Yo que soy?

Quietud. Silencio. Suavemente, el DOCTOR quita el frasco de las manos de la MUJER y el HOMBRE. 

MUJER: El futuro.
HOMBRE: A donde nunca pensamos que llegaríamos.
MUJER: Por lo menos tan pronto.
HOMBRE: Y con tanta urgencia.

La MUJER y el HOMBRE tratan de arrebatarle el frasco al DOCTOR. Continua el forcejeo.

DOCTOR: Ni tan costoso como una clínica… ni tan ineficiente como un hospital. La opción ideal ¿No les parece?
HOMBRE: Nosotros nos merecemos una salud que no se pague con tarjeta de crédito.
MUJER: O una salud que no se pague con votos ni militancia partidista.
DOCTOR: Lastima que se acuerden de eso sólo cuando se enferman.

El frasco cae al suelo y se derrama. Silencio.

HOMBRE: Ya sabemos que, máximo, atienden veinticinco personas por día.
 MUJER: ¡Coño, llegamos al hospital a las tres de la mañana!

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